Todo se está terminando. El círculo se
cierra, yo me estoy cerrando, las personas se están cerrando. Un ciclo
vertiginoso que termina para mí.
Mi nombre es Ashanti y llevo años bailando,
desde que tengo uso de razón mi mundo es la danza. Mi vida y mi trabajo me
hacían feliz y siempre sonreía todas las personas. Quería que fueran felices y
cuando se me presentaba la oportunidad bailaba con ellos y ellas, bailaba para
ellos y ellas. Deseaba que sintieran en su piel la dicha que yo sentía cuando
la música se fundía con mis células y todo importaba nada, sólo el ritmo que
fluía por mí ser y lo hacía contonease.
Pero todo se descontroló. La amabilidad
se trono rudeza; la buena educación brillaba por su ausencia y la mala
educación se coronaba reina. Mi felicidad se volvió amargura. Ahora cada vez
que bailo me hacen sentir una sucia muñeca con una perenne sonrisa por máscara
para ocultar un rostro abatido por el llanto.
Mi vida era la danza y ahora ella solo
me conduce a un abismo donde mora lo negativo y lo grotesco de este mundo así
que doy por concluí da esa vida. Voy a subir al escenario más alto para que el
mundo vea cómo ejecuto mi última figura de baile.
Ya estoy arriba. Siento cosquillas en el
estómago debido a los nervios, igual que la primera vez que hice un
espectáculo. Sonrío, flexiono mis rodillas y me impulso hacia delante mientras
extiendo mis brazos y levanto orgullosa mi cabeza.
Noto el viento en mi rostro percibo como
la nada me sostiene, como me dejo caer en total libertad hacia un infinito en
el que habitaré de ahora en adelante. Me siento de nuevo viva.
≈
El cuerpo inerte de Ashanti reposaba
sobre el asfalto. La joven bailarina culminó su carrera deleitando los ojos de
lo sádicos espectadores con su último paso de baile:
EL SALTODEL ANGEL